Solía tumbarse en la cama mirando al techo, mirada perdida en el fondo de aquellas estrellas que recogían luz para brillar por la noche y llenar de melancolía aquel cuarto oscuro. Solía leer poemas de amor, ver películas románticas, dormir abrazada a un peluche a quien dar su cariño.
Sí, todas las noches pensaba en él, en el momento de despertarse para volver a sentarse a su lado mientras él la ignoraba haciéndole de vez en cuando el favor de regalarle una sonrisa.
Ella lloraba y escribía y volvía a llorar. Temía no querer a nadie como a él, temía no encontrar otros ojos como los suyos, no ver una sonrisa que le alegrase el día, perderlo y no encontrarlo más.
Y lo perdió.
Lo perdió entre recuerdos, entre papeles, entre poemas, entre libros, lo perdió porque había encontrado a alguien. Un alma como la suya a quien mirar mientras le miraba, a quien sonreír, a quien querer.
Sólo con él, alimentándose de miradas y silencio.
Sólo con él, sólo estando cerca de ti.
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Un texto lleno de melancolía.
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