lunes, 7 de junio de 2010

La importancia de los recuerdos

Todos necesitamos recordar y ser recordados. Parece algo evidente tener que recordar para poder vivir, para conocer los peligros, para conocer lo que debemos hacer y lo que no. Pero no quiero hablar de ese tipo de recuerdos que nos ayudan a la supervivencia física, sino el tipo de recuerdos que nos ayudan a la supervivencia emocional.

El recuerdo de nuestros padres, de nuestros hermanos, de nuestros abuelos. Hemos vivido tanto o tan poco tiempo con ellos que no podemos tener memoria de todo lo que nos sucedió junto a ellos, más bien seleccionamos anécdotas que repetiremos una y mil veces en nuestra mente con tal de evocar su recuerdo y evitar de esta manera que mueran o que mueran más si es que no están con nosotros.

Necesitamos evocarlos porque de otro modo nos sentiríamos vacíos, sin raíces, sin cimientos, al fin y al cabo sin apoyo. Llegan a ser tan importantes estos recuerdos que todos nosotros intentamos crear un punto de partida, un primer recuerdo (que puede que no se adapte mucho a la realidad) pero que intentamos mantener ahí, guardado en nuestra cabeza como la joya de la corona.

Mi primer recuerdo se sitúa en una bonita ciudad del norte, en casa de mis abuelos. Allí, jugaba a esconderme detrás del sofá para que no me viese la tía de mi abuela (evidentemente me veía, pero hacía como si se sorprendiese cada vez que yo, ingenua, salía de detrás de aquel sofá). En uno de esos momentos de levantarme y volverme a agachar me di un golpe con el sofá y me quedé sin diente. No recuerdo si me dolió o no, pero quedé por varios años “mellada”.

¿Por qué sigo recordando esto una y otra vez? No quiero que se pierda en los muebles de la memoria, y un día hablando de esto abra uno de sus cajones y encuentre a la joya llena de polvo preguntando el porqué de su abandono. Es mi recuerdo y quiero y necesito que siga siendo así.

Y no hablo sólo de recordar a la familia. Se tienen muchos recuerdos con amigos que quizá no hayas vuelto a ver nunca pero los recordarás con uniforme, con puntos en la barbilla, tirando los zapatos al tejado, haciendo guerras de pelotas de pino, sacándose el carné de coche, cenando juntos…

Por último, el amor. Esos recuerdos que vienen aunque a veces los quieras eliminar, los que te hacen llorar, los que te hacen reír, los que evitas o los que llamas a gritos. Es curioso, son los recuerdos que más se quieren borrar y los que más se resisten a ser borrados. Porque cuando puedes sentirte querido lejos de la familia, cuando alguien te da todo lo que esperas y sobre todo, cuando tú das todo lo que puedes, se crea una especie de vínculo que no se puede romper. Esto hace que recordemos todos los amores, que a pesar de un primer odio, tras razonarlo nos volvamos más compasivos, esto hace que vayamos mejorando.

Los recuerdos son la vida y sin ellos es muy difícil ser feliz.

4 comentarios:

  1. Escribes muy bien,expresando tus sentimientos sin miedo,que es lo que vale.El padre de tu amiga Mer te da ánimos para que sigas escrfibiendo.

    ResponderEliminar
  2. me encanto tu escrito, tienes toda la razón, sin los recuerdos estamos perdidos, no tendríamos historia, la humanidad un montón se zombies sin rumbo, insisto está muy bello tu texto!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  3. Expresas muy lindo a la hora de redactar!

    ResponderEliminar
  4. Me gusto mucho tu escrito, claro y bonito.

    ResponderEliminar